Muy queridas y queridos docentes,
Hoy se celebra en República Dominicana el Día del educador, una razón para saludarles, felicitarles y agradecerles de todo corazón por su entrega y su labor. En el evangelio de San Juan dice (Jn 13,12-15):
Después que Jesús les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman “el Maestro” y “el Señor”, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes.
El/la maestro/a no solo enseña con lo que sabe, sino con lo que hace y sobre todo con lo que es. En este orden quiero agradecerles por todo lo que enseñan, por lo que hacen y por lo que son.
Su labor en estos tiempos difíciles merece todo agradecimiento y un gran aplauso. Con cuanta entrega han buscado los medios para estar cerca de los estudiantes y de sus familias en estos momentos y de ayudar para que puedan avanzar y aprender algo desde la distancia. Mucho esfuerzo se ha hecho para comunicarse vía whatsapp u otros medios, enviando textos y copias, corrigiendo y dando seguimiento y buscando de ayudar de una manera especial a los más desfavorecidos y necesitados.
Seguimos viviendo momentos de mucha incertidumbre y también de mucho dolor, y nos sentimos muy cercanos de todos que están sufriendo en este tiempo de pandemia. Pensamos en los enfermos, en los que se han quedado sin trabajo, y en los que han fallecido.
El Día del Educador es motivo de dar gracias y de reflexionar sobre la importancia de la educación. Hace mucho sentido entregar su vida en la ardua tarea de educar. La educación no produce frutos rápidos, necesita mucha paciencia y esperanza. Pero todo lo bueno que se siembra, da fruto a su tiempo.
Estoy en estos días en Alemania, pasando por la pena de enterrar a mi madre después de una larga enfermedad, esto me llena con tristeza, pero también con un profundo agradecimiento y con mucha confianza en Dios. Cuando voy al cementerio no puedo dejar de pasar también por el lugar donde está enterrada la profesora que me enseñó hace más de 50 años a leer y escribir. Pido la gracia de seguir su ejemplo. Que el Señor nos haga maestros y maestras con un gran amor a los niños, niñas y adolescentes, con una fe que no se cansa de acompañar a los estudiantes y con una alegría que contagia y entusiasma.
Gracias a ustedes por su servicio, el más imprescindible en nuestra sociedad, y bendiciones para todos y todas y que pasen su día con mucha felicidad.
Padre Martin Lenk, SJ
Director Nacional Fe y Alegría Dominicana